Ni antes ni durante. Después

El primer día de cole puede ser un trago difícil para muchos padres. No tiene por qué ser el primer día del primer año de cole.  Muchos padres se emocionan cada primer día de cole. Los niños se ven muy pequeños y las mochilas muy grandes.  Verlos entrar por la puerta de su clase significa verlos salir de nuestro regazo. A nuestro alrededor, en el rostro de cada padre, percibimos muchas emociones contenidas. Ilusión, miedo, alegría, angustia, separación, pena…Es normal emocionarse.

También es totalmente normal sentir con ese último abrazo que se nos parte un trocito de corazón. Todos los padres nos emocionamos. Muchos, posiblemente la mayoría, sentimos, en algún momento, los alfileres en la garganta y las lágrimas desbordando nuestros ojos. Y a muchos, posiblemente a la mayoría, se nos cae alguna que otra lágrima. Es normal sentir esa emoción el primer día de cole, pero por favor, si te sientes así no llores ni antes ni durante la despedida. Llora después.

Los niños son pequeños. Su cerebro está poco desarrollado y ni entiende de razones, ni es capaz de poner las cosas en contexto. Sin embargo, esa inmadurez racional deja al descubierto un cerebro mucho más intuitivo y emocional. Un cerebro que se alegra con rapidez y se asusta con rapidez. Si tu hijo te ve llorar, percibirá tu miedo y, sin lugar a dudas se asustará. Por eso la mayoría de profesores no dudan en pedir a los padres que hagan lo que hagan se guarden sus lágrimas para sí mismos. En el cerebro de los niños todas las emociones se magnifican. Si lloras antes de que abran las puertas de la clase o incluso antes, camino de la escuela, el niño puede sentir que le estás llevando al matadero. Si lloras durante la despedida, la cosa puede ser incluso peor; un padre o madre sollozando en el momento de la separación provocarán en el niño más que miedo terror. No hay nada malo en llorar, pero si mañana te asaltan las lágrimas no las sueltes ni antes, ni durante la despedida. Suéltalas después. Ten por seguro que a tu hijo se lo estarás poniendo mucho más fácil.

Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres”

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